31 Jul

Por: Miguel A. Villaverde Cisneros

Intentaré plasmar una perspectiva diferente de lo que nos dejó el último mensaje a la nación del presidente Vizcarra, con ocasión del 198 aniversario de nuestra independencia, y del nuevo escenario que nos abre dicho mensaje. Me atrevo a escribir, después de haber escuchado opiniones sólo en torno a cuestionamientos al adelanto de elecciones y las consecuencias que esto puede significar en nuestra débil economía. 


Lo primero, es la idea central del mensaje: Se ha propuesto el adelanto de elecciones generales a manera de salida constitucional a la actual crisis política que vive el país. Entendiendo el 72% de descrédito del actual Congreso, siendo uno de los niveles de rechazo más altos de nuestra historia; la popularidad en declive del Gobierno; y sumado a ello, la confrontación creciente ejecutivo-legislativo con una mayoría congresal que obstaculiza el proceso de toma de decisiones, amenaza de la democracia y, con todo ello, la estabilidad económica del país.     


Hemos evidenciado, que el camino del diálogo entre el ejecutivo y la mayoría parlamentaria está totalmente agotado. Vizcarra, prefiere un año de transito ordenado, a un nuevo gobierno y parlamento, en lugar de dos años de confrontación estéril con el fuji-aprismo. Dándonos a entender que su medida de adelanto de elecciones, es una salida que solucionará la crisis política e institucional que vive el país.    

   

Creo que los peruanos ya estamos hartos de vivir en la zozobra, las cifras nos demuestran que la inestabilidad e incertidumbre producto de la profunda crisis que atraviesa el actual modelo neoliberal, el régimen político, el Estado y la sociedad construidos bajo la inspiración de la constitución mafiosa del 93 ha colapsado. Esta constitución ha puesto al Estado de rodillas al mercado y ha allanado el camino a la privatización, el entreguismo de nuestras riquezas a la voracidad de las empresas transnacionales, renunciando a nuestra soberanía energética y alimentaria y que, por otro lado, recorta los derechos laborales, criminaliza la protesta social, medrando los derechos civiles y ciudadanos. Esto debe terminar. 


Considero que la situación política ya no da para más; y el adelanto de elecciones es una medida necesaria y favorable, conectando positivamente con un sector amplio de la población que exige el cierre del congreso, siendo necesario para dar un paso en la solución de los problemas, pero no podemos afirmar que la crisis se resolverá con las elecciones del 2020, como señala el presidente. Pues esta crisis tiene una solución más profunda. 


El problema no se soluciona con parches, sino con una nueva constitución política que represente al pueblo, a los trabajadores; defienda nuestra soberanía y garantice: salud universal, educación de calidad y trabajo digno; abriendo el paso a la refundación de la república.   


Pues bien, con el mensaje a la nación queda demostrado que el Gobierno no tiene la intensión de resolver los problemas del país, prefiriendo jugar sus fichas para salir airoso de este terreno pantanoso en que se ha convertido la política del país. Vizcarra le dijo a la mafia fuji-aprista que no puede estar de espaldas a la consigna popular: ¡Cierre del Congreso!. Si bien no anunció un cierre del Congreso como lo ocurrido en 1992, concluyo que Vizcarra, ha cerrado el congreso en un plano moral con el recorte de su mandato, a costas del recorte del suyo como gobierno. 


Estamos viviendo algo parecido a lo sucedido en el año 2000, tras la renuncia del ex dictador Alberto Fujimori desde Japón a través de un fax, en ese contexto se dictó la Ley Nº27365 de reforma constitucional con la que se modificó el calendario electoral de manera que se pudieran adelantar las elecciones del 2005 para el 2001. En aquel momento el fujimorismo también controlaba el Congreso. La diferencia es que nada impedía que congresistas en funciones candidatearan para las elecciones inmediatas y así se reeligieron varios. Hoy no tenemos nada claro al respecto y a la mayoría fuji-aprista no le es muy conveniente votar por el recorte de su propio mandato. 


Tengo la impresión que el ejecutivo ha tratado de desviar la atención de su incapacidad para resolver los problemas de país, igualándose así al Congreso en la disputa de poderes. Las metas anunciadas en Julio del 2018, no se han alcanzado. Pareciera más un mensaje dirigido a los congresistas más no al país. ¿Qué pasó con la reconstrucción de las zonas afectadas por los huaycos?, de los colegios que se iban a inaugurar, de la infraestructura, del dialogo en las zonas de conflicto; podríamos seguir mencionando diversos vacíos en el mensaje, pero queda claro que se utiliza una táctica de ataque fuji- aprista para tapar vacíos de gestión, sobre todo de índole económico.  


Cabe preguntarse, pues, sobre cuáles podrían ser las razones para que la mayoría fuji-aprista con su títere Olaechea a la cabeza, habría de decidir irse antes de lo previsto en el calendario constitucional vigente. La única forma que tendría el Gobierno de alterar esta balanza es que las calles sigan sonando, impulsando una activa movilización de masas. 


Hay algunos aspectos que no podemos perder de vista: 


1.    El adelanto de elecciones llega en un contexto poco auspicioso en términos económicos: los diversos indicadores de confianza empresarial se han debilitado fuertemente en lo que va del año y persiste el pesimismo entre los consumidores. Hay un déficit de gasto, debido al bajo consumo privado. Una caída aparatosa en inversión pública y privada. Recordemos que el crecimiento en el primer cuatrimestre del año fue de 1.7%, muy por debajo de lo proyectado. 


2.    Para el sector empresarial, el ruido político, generado por la polarización entre el Ejecutivo y el Legislativo, ya había generado una situación adversa para el crecimiento del 4.2% proyectado para este 2019. Este nuevo escenario añade mayor incertidumbre al panorama. Sin embargo creo que el adelanto de elecciones, es una medida valida que debemos aprovechar para movilizarnos y exigir cambios más profundos. 


Sin lugar a dudas, existen varios escenarios de desenlace. Sólo hay que estar claros que nuestras decisiones tendrán un impacto en la economía, sobre todo en las inversiones y la creación de empleo, la cual ha ido cayendo significativamente a raíz del problema migratorio y la desaceleración de la economía. El llamado es a seguir presionando desde las calles por cambios más profundos, de nada sirve las elecciones si las reglas de juego son las mismas. ¡Nueva Constitución, Ahora!.

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