07 Jun

Por: Miguel Villaverde Cisneros

Anoche regresé temprano de un diplomado, la calle estaba mojada, hacía mucho frio y lloviznaba incesantemente. Tenía ganas de tomarme una tasa de chocolate caliente para aplacar el frio. Prendí el televisor, al rato me venció el sueño, me dormí profundamente. Pero como no había cenado me desperté casi a las 2 de la mañana. Decidí hacerme el chocolate cargado y acompañarlo con unas galletas. 

Recién apagaba la cocina, cuando de pronto una voz suave pero firme pronuncia mi nombre. Greysi me llamaba al segundo piso, me pidió que suba unos pañales, la pequeña Vilma estaba mojada. Le ofrecí una tasa de chocolate recién hecho y me aceptó. De inmediato subí. 

Aprovechamos el momento y conversamos un poco, no nos daba el tiempo en el día. De pronto me hizo una pregunta que me dejo un poco pensativo: ¿Cuál fue tu primer celular?. Me lo dijo sin preámbulo, no comprendí si había algo detrás de la pregunta o era una pregunta suelta, o quizá producto de algún sueño interrumpido en ese momento. Le respondí que era un celular que habían mandado del Japón a un familiar. Que me había costado liberarlo porque en aquel tiempo no solía hacerse eso y que era un equipo muy sofisticado para esos años. 

Me quedé haciendo memoria sobre mi primer celular y recuerdo que no fue ese el primero, sino un nextel que canjeé por algunas horas extras de trabajos. Fue hace 10 años aproximadamente, tenía una enamorada se llamaba Angie, no recuerdo como la conocí. No nos frecuentábamos mucho a pesar de vivir cerca. Nos comunicábamos por radio de nextel, me salía muy caro llamarla por celular y ella de un nextel a otro operador, le salía aún más caro. Es así que decidí comprar uno.  

Conversábamos de madrugada hasta que me daba sueño o ella se duerma. Y hablábamos de todo, encontraba tranquilidad, hablábamos hasta cosas sin mucho sentido, era lo que necesitaba para poder dormir sin tener que tomar pastillas para el sueño. Pero en cualquier momento sonaba la alerta del celular y en voz alta me llamaba: ¿imbécil?, era la forma con la que nos tratábamos. Estaba todo el día con el nextel, dormía con él. Había relegado al sofisticado celular japonés y sólo lo utilizaba para descargar juegos o para ver los videos porno que me mandaban los chicos del barrio.  

No recuerdo mucho de aquella relación pero si recuerdo como perdí ambos celulares. Se acercaba el 13 de febrero (Mi cumpleaños), tome tanto con mi promoción, con los amigos del barrio y con los de la Universidad. Fue una tranca de las épicas, creo que pude haberme secado la ‘Backus’, mis compañeros de promoción me esperaban en una discoteca. Al día siguiente era el día de los enamorados, tenía que salir con Angie, pero algo me impidió. Estaba tan resaqueado que me pasé el 14 de febrero durmiendo en el mueble de mi casa, sin celulares, me lo habían robado en la discoteca.    

En consecuencia de todo ello y al estar incomunicado, me terminó sin muchas vueltas. Fue mi regalo de cumpleaños. Creo que debí agradecérselo, aunque al tiempo nos hicimos amigos. Mi primer celular cerró un ciclo muy libertino de mi juventud.

07/06/19

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